Una Noche Triste

septiembre 01, 2017

Hace tiempo no veía esta escena, la noche, el cantar de los grillos, la ausencia de estrellas, el cielo llorando sus penas a nuestros ojos con el fin de que lo consolemos, lo escuchemos, lo sintamos.

Hace tanto no me detenía a escucharla, su magnificencia, su crujir, a ver con detenimiento su fuerza y a serenarme con su calma, a oler el enervante contexto que trae su paso; destacando el olor de las flores, profundizando el de la tierra, y es que es escribir a ciegas, escribir sintiendo, escribir su llanto y sufrir su melancolía que penetra en lo más profundo del ser, con su aire tan frío que puedes sentir tus amores pasados y sufrir los futuros, todos en una sola noche.

Hace tiempo no me detenía a sentir, a ver, a amar, como la luna ama al sol, como el cielo a la tierra y como la lluvia a tus tristezas y las ama tanto que las siente, la vive y por eso llora, tan descontroladamente que lo único que puedes hacer es llorar con ella y ayudar en este pesar de melancolía. Y a causa de ella es que he pasado mis días junto a la leña, llorando por algo que compartí a la luna pero que hasta el cielo pudo sentirlo y fue tanto el dolor que ahora me encuentro observándote y deleitándome contigo a través de mi ventana, llorando por un pasado que también aquejas.

Es que este llanto es tan distinto, no es quieto o sereno, no es de amor o de gracia, es de sufrimiento, de separación, de abandono, de ese miedo; como el que yo siento cada vez que conozco a alguien que quiero, sea de amores o amistades, pero esta lluvia me sabe a él y a mi en un pasado incierto, con un futuro inexistente.

Ahora me duele todo esto, me duele esta noche, este frío, esta oscuridad, me duele su olvido, su crujir, su melancolía que me recuerda a cada una de mis noches tristes. sin embargo, la diferencia de hoy es que ella es quien llora esta noche y no yo.


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