Tuvo que pasar tanto tiempo para ver y creer que no todo en la vida es como lo pintan.
Me tuvo que tocar una desgracia para aprender que los altibajos existen, que no todo es color rosa como esta tinta en papel que ahora escribe con ilación aparente. Pero que podría ser mejor que no ver lo que te daña, no conocer algo que una vez expuesto ante ti, te romperá en mil pedazos y derrumbará tu mundo para siempre.

Eso me sucedió.

Pasé años fingiendo que todo estaba bien, años ocultando ante mi realidad, creyendo sólo lo que quería creer. Así fue hasta que hiciste que despertará aquella turbulenta noche de verano, donde lo único que se escuchaba eran los truenos que emitía el cielo y posterior a ellos dejaba caer su pesar.
Estabas tú, estaba yo y estaba ella, quien después de tanto me hizo comprender que todo lo bueno termina mal, pues en un abrir y cerrar de ojos, se fue y tú con ella; murió mi mundo y tu en mis brazos. Ahí pude ver que nada en el mundo es tan bueno para ser rosa, ni tan perfecto para ser real.

Hoy te escribo con esta tinta porque a pesar que nada es perfecto, esta página en blanco lo es porque ya no me atrevo a escribir más sobre ti.